Indicaciones para la rúbrica “Regula positivamente el
comportamiento de los estudiantes”
Esta rúbrica valora la acción del docente para regular el
comportamiento de los estudiantes ofreciendo un modelo positivo para ellos y contribuyendo
al desarrollo de la autorregulación de la conducta en beneficio de la buena
convivencia. Además, busca evaluar en qué medida las expectativas de
comportamiento o normas de convivencia son claras para los estudiantes y
respetadas en el aula.
Los aspectos que se consideran en esta rúbrica son dos:
- Tipos de mecanismos que emplea el docente para regular el comportamiento y promover el respeto de las normas de convivencia en el aula
Mecanismos formativos: Su uso sistemático promueve la
autorregulación del comportamiento y la formación en valores para la convivencia.
Estas acciones se dan al:
1. promover la comprensión o reflexión sobre la utilidad o
sentido de las normas de convivencia (por ejemplo, haciendo notar cómo su incumplimiento
afecta a los compañeros o ayudando a los estudiantes a ser conscientes de los
sentimientos de los demás y del impactode sus actos en otros),
2. ofrecer reforzamiento social al buen comportamiento de
manera clara y específica (como pedir un aplauso para los grupos cuyos integrantes
han colaborado en mantener el aula limpia o felicitar públicamente a un
estudiante por haber respetado los turnos de los demás para hablar)
3. el establecer o recordar oportunamente las normas de
convivencia (por ejemplo, antes de iniciar una actividad novedosa, definir conjuntamente
las reglas de comportamiento que se van a seguir para facilitar su desarrollo)
4. ser un modelo de buen comportamiento para los estudiantes
(como levantar la mano para participar o bajar el tono de voz al pedir silencio
en el aula), y
5. dirigir sutilmente y de buena manera la atención hacia un
ejemplo positivo de comportamiento (por ejemplo, si un estudiante está muy
inquieto, en lugar de expresar verbalmente su mal comportamiento, recordarle lo
bien que trabajó la sesión anterior o dirigir su atención hacia aquellos
compañeros que están concentrados en la tarea).
Las acciones para redirigir el comportamiento de los
estudiantes (como aplaudir, cantar una canción, etc.) se consideran formativas si
se enfocan en la conducta deseada y se utilizan de forma sutil para favorecer
el normal desarrollo de la sesión.
Mecanismos de control externo: Su uso sistemático
genera dependencia de la figura de autoridad o de estímulos externos.
Aunque pueden permitir regular el comportamiento (prevenir,
mitigar o estimular conductas), no favorecen significativamente la autorregulación
ni la formación en valores para la convivencia. Estas acciones se dan al:
1. dirigir la atención hacia el comportamiento negativo
(como decirle a un estudiante “otra vez estás portándote mal”, “no quiero
verlos distraídos como la clase pasada”),
2. advertir sobre las sanciones que conllevará un mal
comportamiento (como “si sigues conversando, tendré que cambiarte de sitio” o “si
no guardas tu juguete, lo retendré hasta que termine la clase”),
3. dar órdenes de forma impositiva, de manera explícita o
implícita, apelando a su condición de autoridad (por ejemplo, “¿por qué?, porque
yo lo digo”, “cuando el profesor habla, ustedes deben escuchar”, “Juanita te
estoy diciendo que te sientes”),
4. controlar o limitar excesivamente el actuar de los
estudiantes. Se puede considerar que esto último sucede cuando el docente es tan
controlador de la conducta de los estudiantes que enfoca innecesariamente la
atención del grupo hacia ella (por ejemplo, callando frecuentemente a los
estudiantes ante el menor murmullo o controlando en exceso sus movimientos
dentro del aula) y
5. dar un premio material por el buen comportamiento.
Las acciones para redirigir el comportamiento de los
estudiantes se consideran de control externo si son excesivamente frecuentes, extensas
o interrumpen innecesariamente el normal desarrollo de la sesión; o si se
enfocan en las conductas no deseadas (por
ejemplo, golpear la pizarra fuertemente o tocar un silbato
para llamar la atención de los estudiantes). Mecanismos de maltrato: Promueven
el cumplimiento de las normas a través de la aplicación de medidas extremas que
atemorizan a los estudiantes o dañan su autoestima. Se considera aquí aplicar
sanciones desproporcionadamente severas en relación a la falta del estudiante o
amenazar con hacerlo (por ejemplo, dejar sin recreo a un estudiante porque se
distrajo durante un momento de la sesión o advertir a un grupo de estudiantes
que, si no terminan su trabajo a tiempo, no podrán participar de los
campeonatos de deporte en la escuela). También, se consideran mecanismos de
maltrato aquellas acciones del docente que buscan regular el comportamiento de
los estudiantes dañando su integridad, como gritarles airadamente,
intimidarlos, humillarlos, insultarlos, agredirlos o castigarlos físicamente.
El uso de mecanismos de maltrato ubica al docente en el
nivel I de esta rúbrica. De este modo, para alcanzar los tres niveles superiores
el docente debe prescindir de este tipo de mecanismos.
- Eficacia con que el docente implementa los mecanismos para regular el comportamiento de losestudiantes, lo que se traduce en la mayor o menor continuidad en el desarrollo de la sesión
En esta rúbrica, se valora el grado en que los estudiantes
muestran tener incorporadas las normas de convivencia que permiten que la
sesión se desarrolle sin grandes o frecuentes interrupciones, quiebres de
normas o contratiempos. Es decir, los estudiantes saben qué es lo que se espera
de ellos respecto a su comportamiento (por ejemplo, levantar la mano para
participar, guardar silencio cuando un compañero está hablando, pedir permiso
para ir al baño, etc.). No se debe confundir el buen comportamiento y respeto a
las normas con sesiones silenciosas y “ordenadas” en las que todos los
estudiantes deben estar quietos. Una sesión puede desarrollarse de forma
continua sin necesidad de que los estudiantes estén en silencio y sentados en sus lugares,
por ejemplo, si están desarrollando trabajos en equipo que requieren
conversación y desplazamiento en el
aula. También, es posible alcanzar el nivel más alto de esta rúbrica aunque se
presenten situaciones puntuales (por ejemplo, que algunos estudiantes conversen
con sus compañeros brevemente, se rían o se pongan de pie), siempre que estas
no alteren el desarrollo de la sesión y se resuelvan rápidamente, ya sea porque
el docente las maneja adecuadamente o porque los estudiantes se autorregulan.
Para ubicarse en el nivel IV, se exige que el docente
siempre utilice mecanismos formativos y que toda la sesión se desarrolle de forma
continua. También, es posible alcanzar este nivel si durante la sesión no se
requiere que el docente emplee mecanismos de regulación de la conducta debido a
que los estudiantes se autorregulan o muestran un buen comportamiento, pues
ello reflejaría que han interiorizado las normas de convivencia. Por su parte,
para alcanzar el nivel III, debe predominar el uso de mecanismos formativos y
debe evidenciarse que la mayor parte de la sesión se desarrolla de forma
continua. El nivel II caracteriza tanto al docente que utiliza
predominantemente mecanismos formativos pero es poco eficaz, como al que
utiliza mecanismos de control externo la mayoría de veces pero con eficacia.
Finalmente, en el nivel I, se ubica al docente que utiliza predominantemente mecanismos
de control externo y es poco eficaz, al que no intenta redirigir el mal
comportamiento y al que utiliza al menos en una ocasión mecanismos de maltrato.